Más evidente que nunca. Contorsiones de la voz y antojos vocales.

jueves, 12 de agosto de 2010

Bandadas




Por la mañana, mientras manejaba mi auto por la Alameda, se cruzó en mi camino una bandada de palomas. Un día de mayo hace ya tres años atrás, estábamos con Daniel S. y Patricio en la Plaza de Armas y pasó lo mismo, pusimos los ojos en el cielo y volaban en círculos, volaban y volaban. Creo que Daniel S. se puso a dar vueltas con los brazos abiertos; seguramente con Patricio hicimos lo mismo. Y las palomas iban por el cielo o frente a los ojos: se perdía la objetividad de la distancia.
Esas palomas me recordaron a Pablo L. Con él paseamos mucho por Madrid. Un día vimos golondrinas y hacían lo mismo que las palomas, las miré con detención. Estábamos en el centro ¿cómo se llamaba ese lugar? Era una plaza encajonada, llena de gente. Pablo L. miraba hacia el cielo, mostrándome las golondrinas. Yo le miraba su perfil adorable y la punta de su nariz y de pasada sus ojos, que parecían absorberlo todo.
Daniel R. me enseña una palabra que no tiene traducción y que no escribiré acá. Le regalo mi último libro, el de las cartas. Doy vueltas en círculos. Después de todo, no soy más que literatura. O golondrinas. O palomas. La cosa es que me pierdo en el aire, voluble, ajena. Me pierdo y persisto, vuelvo, equivoco, repito.

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