
Siguen pasando cosas. Como si pudieran si quiera ser nombradas. La belleza a la que comienzo a habituarme es violenta y abruma por todos los rincones, por todos los ritmos, provocando quiebres, tersuras, ahogos. No alcanzo a contemplarla. La llevo dentro mío, me conmueve. Me llena de cerros, de ríos, de torres cayendo sin estrépito por un magma contínuo, por la voz, por la lengua que ahora hablo.
..."torres cayendo sin estrépito por un magma contínuo"...
ResponderEliminarEs una imagen muy bella -una violencia sin ruido, lo cual es casi contradictorio, o aterrador!-. Me alegro que acabara el silencio, aunque fuera sólo por el sonido de las gotas de la lluvia...
Y una curiosiad : ¿La alternancia en las imágenes de los post (flor-mujer) es premeditada? Sea cual sea la respuesta, lo cierto es que el efecto me gusta.
Saludos,
Rubén
No, no es premeditada... es según el estado de ánimo.
ResponderEliminarNo lo había notado, saludos!
:)
Aw! No conocía este blog,
ResponderEliminarme alegra encontrarlo.
te estaré ciberleyendo.
Un abrazo.
g.-
Gabriel!
ResponderEliminarqué bueno saber de ti, beso.